CARLOS, ESTUDIANTE AVENTAJADO
Hermano Carlos, en tu último novenario quiero recordar
con una sonrisa tus virtudes, como estudiante notable. Queremos evocarte
siempre por tus mejores rasgos, intelectuales y espirituales.
1
Carlos fue un buen estudiante, tanto en el liceo como
en la universidad. Al terminar el tercer año de bachillerato en Las Mercedes,
empezó a estudiar en el liceo Juan Germán Roscio de San Juan de los Morros.
Vivía en la residencia de doña Marina. Papá lo llevó hasta esa residencia. La
señora Marina era una persona muy bondadosa que siempre estaba echando broma. A
Carlos lo llamaba “el ganadero”, por las botas Frazzani que usaba. Doña Marina le
decía a sus residentes “prosopopeyas”. Una figura literaria parecida a la
humanización de la naturaleza, igual a darle cualidades propias de las personas
a objetos inanimados.: el viento sopla, el reloj dice la hora, etc. Creo que la señora Marina leyó la palabra en alguna novela, y le gustó
mucho su sonoridad y rimbombancia . Por eso la usaba a veces, correctamente;
pero la mayoría de las veces, la empleaba sin ton ni son. Lo cierto, era que los
residentes se reían mucho cuando la pronunciaba la dueña de la casa. Cuando
Carlos se graduó de bachiller, y me tocó
a mí vivir en esa residencia, me dijo: “Te van a llamar prosopopeya”.
2
El Liceo Roscio estaba considerado uno de los mejores
del país, por eso lo llamaban “liceo piloto”. Tenía muy buenos
laboratorios y un bioterio bien surtido. Allí, Carlos tuvo como maestros a muchos
profesores brillantes. Con Carlos recordamos a Marcos Peña Bouchard, que daba
ánimo a los estudiantes que tenían alguna dificultad, con estas palabras: “El
que tropieza y no cae, adelanta camino”. También decía que para rezar no era
necesario ir a la iglesia, sino que se podía orar viendo hacia los morros de
San Juan, porque, allí, en los morros, estaba Dios.
3
El profesor Barragán, de Castellano y Literatura, siempre corregía a los alumnos: no se dice, habemos, se dice, somos o estamos. Otra de sus perlas era: no se dice aire acondicionado. Se dice: acondicionador de aire. Carlos me contó la siguiente anécdota de Barragán: un estudiante se quitó los zapatos y le pintó las suelas. Esas suelas llenas de pintura las pasó desde una pared hasta el techo. La idea era simular que alguien había caminado por esas partes, desafiando las leyes de la gravedad. Esa divertida travesura se hizo antes de la clase del profesor Barragán, quien al entrar y ver los pasos fantasmagóricos dibujados en el salón, dijo con asombro: ¡Caramba, no hay dudas de que aquí estuvo el hombre mosca! Frase que fue seguida por la carcajada de todos.
4
Carrero era el profesor de inglés. También era poeta y
caminaba, distraídamente, pronunciando frases en inglés. En la clase hablaba
solo en ese idioma. Al entrar al salón, colocaba los dedos de su mano derecha
juntos y hacia adelante, entonces decía: new material. Carlos
lo imitaba igualito para hacernos reír, pero alargaba las palabras y arrastraba
la “R": niuuuuuu materrrrriiiial.
5
En educación física tenía al profesor Eduardo Crespo
Peraza, quien fue jugador de basquetbol en competencias nacionales. Se le veía
siempre con un balón y sonriente. Era muy amable. Se encargaba de la
cartelera oficial del liceo llamada “Brújula”. La mitad de las noticias de
Brújula estaba dedicada a los estudiantes más destacados del mes. Se colocaba
la fotografía de los alumnos con las mejores notas. Arriba de esa galería
estaba una inscripción:Cráneos del mes. Carlos apareció varias veces en esa
sección del periódico-cartelera.
6
El profesor de física era Juan Manuel Ruiz que, en los exámenes, dejaba a los estudiantes
solos. Se salía del salón y se iba a tomar café. Pero antes decía: el que
quiera, puede copiarse. Se reía, y remataba: ¿con qué nalgas se sienta la
cucaracha? Carlos siempre le sacaba veinte puntos, por eso una vez, Juan Manuel
Ruiz le dijo: tú, seguro, tienes un laboratorio de física en tu casa de Las
Mercedes. Juan Manuel Ruiz le propuso a Carlos, y a otros estudiantes destacados,
hacer un libro de física. El libro salió multigrafiado, y Carlos me dijo que “se
vendió como pan caliente”. Esa guía de física es uno de las manuales más
didácticos y sencillos que he visto. Casi todos los dibujos y gráficos fueron
realizados por Carlos. Carlos era excelente en la materia dibujo técnico. Una
vez le pregunté a Carlos por la guía de
física. Tenía en mente hacer una edición de ese libro, porque lo consideraba un
hito histórico en el ámbito de la educación secundaria. Lamentablemente,
Carlos me dijo que perdió el único ejemplar que le quedaba.
7
Carlos fue un estudiante chapado a la antigua. De esos
que consideraba un reto de honor obtener altas calificaciones. Por las noches
se subía hasta el Sanjuanote con una silla de extensión, una carpeta de gancho
y un termo de café, en compañía de otros estudiantes. A veces, simplemente, se
sentaba cerca de la casa de doña Marina, bajo la luz del alumbrado público, con
sus libros y cuadernos. Desde aquellos tiempos estudiantiles se inició como
docentes, pues le enseñaba física y matemática a los compañeros. En esta última
disciplina usaba el Álgebra de Baldor, cuyos problemas resolvió en su
totalidad. A sabiendas del cariño y aprecio que tenía Carlos por ese libro, yo
le obsequié un ejemplar, que celosamente guardaba entre sus cosas.
8
Hermano Carlos. Te fuiste, pero te quedarás para
siempre en nuestros corazones como un
hombre generoso y honrado, cuyos
principios éticos, que guiaron tus pasos vitales, se forjaron desde los tiempos
estudiantiles.
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