EDGAR, GALLERO
1
Alfonso Malaspina era aficionado a las peleas de
gallos. Tuvo buenos ejemplares que se
hicieron famosos por sus espectaculares triunfos. Recuerdo especialmente a un
giro que ganó muchas peleas, y en la última quedó ciego. Nuestro padre lo dejó
para “cogerle cría”. También recuerdo a un gallino negro que ganó dos veces en
un mismo domingo. Otro gallo destacado era llamado “el Comerrana”, por sus
anfibios gustos alimentarios.
2
Los
que siguieron a papá como galleros fueron Miguel, Carlos y Edgar. Yo acompañaba
a papá a la gallera, pero solo para cuidar a su gallo. Ese cuido consistía en
colocarme al lado de la jaula del animal y vigilar atentamente a los que se
acercaran. Un gallo podía ser envenenado con un grano de maíz, mientras el
dueño estaba cuadrando una pelea. Había otras maneras de malograr un gallo. Por
ejemplo, un gallo de don Miche, que lo había jugado con la luna, y según él no debía
perder, no pudo levantar las patas al iniciarse la pelea. Al rato, cayó muerto,
sin que su contrincante lo hubiese castigado.
Don
Miche le hizo la “autopsia” a su gallo, y le encontró una aguja en “los hígodos”.
Ese fue el diagnóstico, con las propias palabras del famoso gallero de La
Peñita.
3
Edgar,
como buen aficionado al asunto de los gallos, tenía muchos amigos correligionarios: Pacheco, el
dueño de la gallera “El Carmen”; el sordo Ignacio; y Orange, juez de peleas
gallísticas, entre otros.
4
El
sordo Ignacio, durante un tiempo, le cuidaba los gallos a papá. Un día, Edgar y
yo fuimos a la casa del sordo para ver los entrenamientos. Mientras Ignacio
revisaba unas jaulas, a varios metros de nosotros, Edgar preguntó, con voz muy
baja y a manera de broma: Ignacio ¿De qué parte del cuerpo usted es sordo?
Ignacio, inmediatamente, contestó muy enojado: “Del culo”.
Parece
que no era tan sordo.
5
Carlos
y Edgar contaban dos anécdotas de Orange. En la primera, Orange, durante una
redada, declara que es juez. Por ser juez, se le trata con deferencia. Pero
cuando Orange le dice a los policías que él es juez, pero de gallos, recibe una
serie de improperios.
La
otra anécdota es la siguiente: durante una riña gallística se presenta una
discusión sobre qué hacer de acuerdo a los reglamentos gallístico. Orange le
solicita a Pacheco el tal reglamento. Pacheco lo trae y se lo entrega a Orange,
quien a su vez se lo entrega a un tercero para que lo lea. Esta tercera persona
lee: “Bienvenidos a las fiestas patronales de El Calvario”.
Esta
anécdota demuestra que la sabiduría es distinta a la instrucción.
6
Edgar
fue jugador de gallos, pero también cuidador o entrenador de los animales de
otros galleros. En una época le cuidó los gallos de Chingo Lope, cuando este
señor llevaba una vida mundana.
7
Carlos
me habló de los triunfos de Edgar como gallero. En el 2005, un gallo giro de Edgar
ganó un campeonato. El giro le ganó a un zambo de la familia Prado de Valle de
la Pascua. Se supo que el gallo de Edgar peleaba por primera vez, mientras que
su adversario había ganado tres peleas en las que sus contrincantes terminaron
muertos.
El
pollo de Edgar ganó la pelea en un minuto con doce segundos, y el premio fue de
tres millones de bolívares.
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