EDGAR
Y LA PRIMERA CERVEZA
1
San
Timoteo se queja de sufrir malestares
estomacales, y San Pablo, el verdadero creador del cristianismo, le contesta:
“Eso te pasa porque tú bebes solo agua. Deberías echarte un traguito de vez en
cuando para que tu salud mejore”.
El
sacerdote Martín Lutero dijo “quien bebe cerveza es rápido en dormirse; quien
duerme bastante no peca y entra al cielo. Así que, ¡bebamos cerveza!”.
Libar
con moderación es una costumbre de las familias religiosas. Y esta práctica de
“la cultura etílica” (así decía el Mocho Celestino.) está tan arraigada entre
los amigos, que pueden transformar seis cervezas en varias cajas con muchas botellas,
cualquier tarde de un viernes, imitando a Nuestro Señor Jesucristo que
convirtió el agua de seis tinajas en torrentes de vino. Este milagro se
difundió por los cuatro costados, a tal extremo que el historiador y médico,
San Lucas, dice que Cristo no se pelaba estos banquetes y que la gente comentaba:
“este Hijo del Hombre (Cristo) es un comelón
y un bebedor de vino”.
En
conclusión, el arte de consumir alguna bebida alcohólica es una tradición muy
venezolana y muy cristiana, y tiene fuertes y verídicos fundamentos bíblicos.
2
Lo
arriba escrito nos sirve de contexto para la siguiente narración sobre nuestro
hermano Edgar.
Hace
algunos años, la gente estaba convencida de que
la carne tierna de los pichones de paloma tenía propiedades curativas,
cuya preparación en consomé podía restablecer las energías del más alicaído.
Teniendo en cuenta la fama de las propiedades
salutíferas de los pichones, Galagala y Mundito, con apenas 16 y 12 años,
respectivamente, decidieron obtener algún dinero con la cacería de esas aves.
Sus esfuerzos no fueron en vano: cazaron
dos ejemplares.
3
Con
el objeto de realizar una transacción comercial en todas regla, se dirigieron a
la bodega de don Manuel Belisario, la cual se ubicaba al final de la avenida
Bolívar ,en la bajada hacia La Rochela,
en cruce con la calle Páez.
El
Mocho don Manuel Belisario siempre estaba
sentado en un sillón alto, frente a la caja registradora, pero en esta ocasión
se encontraba revisando alguna mercancía
en los estantes del negocio. Desde el final del corredor preguntó qué deseaban
los muchachos. Ante la respuesta de Galagala y Mundito, don Manuel se movilizó
hasta el mostrador, arrastrando sus pasos lentamente, con el ruido
característico del roce de la suela con el piso y les dijo:
— Les
ofrezco dos bolívares, ¿Están de acuerdo?
Los
muchachos aceptaron la propuesta, y no lo pensaron mucho para decidir qué
harían con esas monedas: las emplearían para probar por primera vez unas cervezas.
4
Don
Félix Vargas, antes de incursionar en el mundo de las yerbas, los rezos para
exorcizar enfermedades, los masajes y las falseaduras, tenía un bar llamado
“Flor de Patria”*, muy popular entre los consumidores, no solo por las cervezas
heladas, sino también por la atención esmerada del regente y su bonhomía.
Edgar
y Edmundo entraron al botiquín y le solicitaron
dos cervezas a don Félix, para
calmar la sed y escuchar algunas canciones. Además, le hicieron la petición de que guardara el secreto, un
eufemismo para decir que nuestro padre no se enterara. Don Félix, conocedor de
la perspicacia criolla, entendió claramente el deseo picaresco de los párvulos.
Los ubicó en el patio trasero del establecimiento, lo que resultaba en un
reservado estratégico al aire libre.
5
Pagaron
las cervezas a real y medio (0,75) cada una. Con el resto, un real (0,50, marcaron en la rocola dos discos (a medio -0,25- cada
canción). Degustaron sus polares botellas verdes, sorbo a sorbo, mientras
escuchaban “El cable”, interpretado por el pianista maracucho Tulio Henrique León, y “El Atlántico” de
Damirón. Ambos ritmos, pegajosos y bailables, estaban de moda en aquella época.
José Gregorio Hernández decía que la música tiene el misterioso poder de
expresar uno a uno todos los sentimientos, todas las pasiones que se anidan en
el corazón del hombre en cualquier edad.
6
Los
muchachos regresaron a casa y ocultaron las huellas de su transgresión
llevando, con sus dedos, pasta dental a sus bocas, No obstante, ante los amigos
no vacilaron en jactarse de la gran hazaña de haber probado por primera vez una
cerveza. Lo que se hace y se calla, no se hizo.
7
La
cerveza es la única bebida para alegrarse y celebrar las cosas buenas de la
vida. Los demás tragos son para ahogar penas. Eso me dijo una vez un ruso.
En
el Antiguo Egipto, la cerveza era considerada la bebida de los dioses. La
persona que quería comunicarse con los dioses, debía, primero, beberse un jarro
de cerveza. Tal vez, por eso, el teólogo norteamericano
Martin Luther King dijo: “Aquellos que beben cerveza irán
caminando derechito a través de las puertas del cielo”. Entonces, nuestro hermano Edgar está en el cielo. Amén.
Fuente: Edmundo Malaspina.
*Nota: Hace años, cuando visité la
casa natal de José Gregorio Hernández en Isnotú, al atravesar el territorio del
estado Trujillo, pasé por Flor de
Patria. Recordé el café con ese nombre, que precisamente se produce en este
pueblo. También recordé el bar de don Félix Vargas.
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