I
UN
SUEÑO CON EDGAR
1
Desde que supe de la enfermedad de Edgar, todos los
días revisaba sus exámenes, hice su historia clínica y diseñé un gráfico de sus
parámetros vitales y sus laboratorios. En
un leve cambio positivo, vislumbraba una esperanza.
2
Los médicos no somos sacerdotes que luchan por las
almas de los pacientes a través de la confesión, que es una manera de prepararlos para la muerte. No, los médicos
luchamos contra la muerte, y tratamos de hacer todo lo posible para vencer la
enfermedad. Nuestra misión es levantar al enfermo de la cama para que salga
nuevamente a la vida.
3
Para cada nuevo síntoma, recomendábamos un nuevo
medicamento.
4
Comentaba
e indagaba con María acerca de los avances en tratamientos oncológicos.
Conversábamos de estadísticas y pronósticos.
5
Todas las noches pensaba qué más podíamos hacer.
6
Me dormía con estos pensamientos.
7
Una noche soñé que Edgar estaba parado en la puerta de
mi cuarto. Me veía y callaba; no obstante, había regocijo en su rostro.
Me dirigí hacia él para saludarlo.
Me desperté, pero el sueño fue tan real que encendí la
luz y lo busqué en la puerta y tras la misma.
8
El Edgar que vi en el sueño se correspondía con una
fotografía, tomada cerca de nuestra casa mercedense ,con columnas de madera en
el porche, donde se le ve con sombrero, sonriente,
caminando con paso firme, jovial y elegante.
9
Esta imagen festiva la interpreté como una buena
señal.
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