LOS GUERRA MALASPINA EN VENEZUELA

LOS GUERRA MALASPINA EN VENEZUELA

miércoles, 28 de agosto de 2024

UNA CONVERSACIÓN CON EDGAR SOBRE SU CIRUGÍA CARDIOVASCULAR.

 

UNA CONVERSACIÓN CON EDGAR SOBRE SU CIRUGÍA CARDIOVASCULAR.

ERMG





El 3 de octubre de 2019, Edgar me visitó en mi casa de San Juan de los Morros. Yo estaba enfermo. Hablamos de muchas cosas, pero particularmente   sobre su operación del corazón. De esa conversación salió este texto.

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Desde los cinco años, Edgar empezó a sufrir “de unas asfixias”. Mi padre visitó casi todos los médicos de la región. La conclusión era unánime: El niño sufría de asma bronquial. Los medicamentos se aplicaron correctamente: los tomados y los nebulizados, pero los ataques persistían con la consecuente dificultad para respirar. Nuestro padre tomó la decisión de visitar al doctor Torrealba, allá en san Juan de los Morros.  Alfonso Malaspina había sido paciente de Torrealba.  Se conocía porque ambos nacieron en Santa María de Ipire.

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Encontraron a Torrealba en su casa-consultorio que también era laboratorio, zoológico o bioterio.

—¿Qué te trae por aquí, Alfonso?

—Este muchacho tiene unos ataques que no se le quitan con nada. Tiene mala respiración y se pone la piel de otro color. Está pálido y no engorda.

—Vamos a examinarlo.

Torrealba se levantó de la hamaca. Andaba en chancletas. Apagó el tabaco y le quitó la camisa a Edgar.

Pasó el fonendoscopio por el pecho y por la espalda. Hizo un barrido milimétrico de esas partes del cuerpo, arrastrando la membrana del instrumento sin levantarla, mientras pedía al paciente que detuviera la respiración por unos segundos, para luego solicitar que tosiera. Más tarde, Torrealba se introdujo en el interior de su casa y regresó con un vaso de chocolate. Se lo entrego al niño y le dijo: Vas a beber cuando yo te diga.

Y así fue. Torrealba decía: ¡Traga!, y mientras el niño bebía, Torrealba repetía todo lo que había hecho con su fonendoscopio cuando empezó el examen.

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Torrealba se echó en su hamaca y le dijo a nuestro padre:

—Alfonso, lo de ese muchacho es de operación. Tiene una cardiopatía congénita, eso que la gente llama un soplo en el corazón. Se lo vas a llevar al doctor Morales Rocha con esta referencia mía.

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Nuestro padre se entrevistó con el doctor Morales Rocha, allá en Caracas, quien lo atendió con gran deferencia. A los pocos días, Edgar fue hospitalizado para realizar los exámenes preoperatorios y ser sometido a la intervención quirúrgica requerida.

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Nuestro padre recordaba estos hechos como una situación “de muchos nervios”, acentuada por la conversación que sostuvo con alguien en el hospital que le informo, sin que le preguntaran nada, “que hace poco murió una niña que fue operada de lo mismo que tiene su niño”.

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La operación de Edgar fue todo un éxito y regresó con unas suturas que le cubrían parte del pecho y de la espalda. Más nunca se presentaron las asfixias.

El doctor Morales Rocha no cobró ni un centavo por sus servicios médicos.

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El doctor Julián Morales Rocha (1914-1995) fue el más brillante de los cardiocirujanos venezolanos: colocó el primer marcapasos y realizó el primer trasplante de corazón en el país.

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Edgar me solicitó una fotografía del doctor Torrealba. Yo le entregué un afiche, donde el sabio está con su microscopio . También le regalé una fotografía  del  médico santamarieño fumando su tabaco.

Le pregunté para qué quería esas imágenes de Torrealba. Inmediatamente me contestó:

—Para prenderle una vela.

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Los pueblos de la Antigüedad, paganos o cristianos,  creían que el  difunto partía definitivamente, hacia la Eternidad, el Noveno Día.

¡Hermano Edgar! Te marchaste, pero te quedas en la memoria de los seres que te queremos.

La verdadera muerte es el olvido.

¡Nosotros nunca te olvidaremos!

 

domingo, 25 de agosto de 2024

UN SUEÑO CON EDGAR

 


I


UN SUEÑO CON EDGAR

1

Desde que supe de la enfermedad de Edgar, todos los días revisaba sus exámenes, hice su historia clínica y diseñé un gráfico de sus parámetros vitales y sus  laboratorios. En un leve cambio positivo, vislumbraba una esperanza.

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Los médicos no somos sacerdotes que luchan por las almas de los pacientes a través de la confesión, que es una manera de  prepararlos para la muerte. No, los médicos luchamos contra la muerte, y tratamos de hacer todo lo posible para vencer la enfermedad. Nuestra misión es levantar al enfermo de la cama para que salga nuevamente a la vida.

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Para cada nuevo síntoma, recomendábamos un nuevo medicamento.

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Comentaba e indagaba con María acerca de los avances en tratamientos oncológicos. Conversábamos de estadísticas y pronósticos.

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Todas las noches pensaba qué más podíamos hacer.

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Me dormía con estos pensamientos.

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Una noche soñé que Edgar estaba parado en la puerta de mi cuarto. Me veía y callaba; no obstante, había regocijo en su rostro.

Me dirigí hacia él para saludarlo.

Me desperté, pero el sueño fue tan real que encendí la luz y lo busqué en la puerta y tras la misma.

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El Edgar que vi en el sueño se correspondía con una fotografía, tomada cerca de nuestra casa mercedense ,con columnas de madera en el porche, donde se le ve con sombrero,  sonriente, caminando con paso firme, jovial y elegante.

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Esta imagen festiva la interpreté como una buena señal.

viernes, 23 de agosto de 2024

EDGAR. ABRIL DE 2023

 


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RADIOTERAPIA

“No debemos olvidar que cuando se descubrió el radio nadie sabía que iba a ser útil en hospitales”.

“Primer principio: Nunca dejarse vencer por las personas o por los acontecimientos”.

(Marie Curie, pionera de la radioterapia)

 ERMG

En abril de 2023, Edgar asistió a sesiones de radioterapia en el Hospital Israel Ranuárez Balza de San Juan de los Morros. Me envió una foto con la leyenda: “Aquí,  con un amigo que conocí en la sala de tratamiento”.

En los hospitales podemos formarnos una visión del mundo al compartir con los compañeros de infortunio.

La desventura que implica la pérdida de la salud nos hace más comprensivos, más solidarios, más compasivos.

Le pregunté cómo se sentía, y me dijo: Muy bien. Me levantó temprano y me voy a pie hasta el hospital. Llego de primero a las seis de la mañana. Tolero muy bien la terapia. Tengo buen apetito.

Eran tiempos de Semana Santa, por eso me manifestó su deseo de asistir a misa en la Iglesia de San Juan Bautista.

Su aparente buena condición física y sus energías desbordantes de optimismo nos convencieron de que la enfermedad estaba siendo superada. Todo concatenaba con las estadísticas nacionales y mundiales.

Edgar, al conocer la gravedad de su enfermedad, aceptó esa realidad sin amilanarse, y se dispuso a luchar por su vida con todas sus fuerzas físicas y espirituales.

Nos dio un gran ejemplo: Nunca se dejó vencer por ese acontecimiento adverso de su existencia, cumpliendo con el imperativo de Marie Curie.

 


martes, 20 de agosto de 2024

RÉQUIEM PARA MI HERMANO EDGAR

 


RÉQUIEM PARA MI HERMANO EDGAR

1

Todos sabíamos sobre la gravedad de la enfermedad de  Edgar. Todos sabíamos que sólo un milagro podía salvarlo, pero  nos aferrábamos a esa posibilidad ínfima.

2

El 19 de agosto, a las seis y media de la mañana, tus ojos se cerraron para siempre.

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Natalia y yo encendimos una vela y nos sentamos en silencio.

4

Mientras observaba la luz de la vela, pensé que el dolor por la partida de un hermano hacia la Eternidad es más fuerte desde la lejanía.

5

Lloré amargamente. Evoqué nuestros momentos gratos de aquella infancia feliz.

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¡Nuestra infancia! Esa infancia, ya lejana, fue a  caballo sobre los lomos de una rama cualquiera, sostenida con riendas hechas de un cordel blanco, para jugar a los vaqueros o adentrarnos por los caminitos del monte

7

 Recordé que nuestra abuela Matilde, una vez te adivinó el destino a través de la forma de la cera de una vela. Esa vez te dijo: Serás un hombre del llano, del campo. Y así fuiste: hombre amante de la naturaleza,  de la tierra, de los animales, del trabajo duro, de sol a sol, digno, enaltecedor.

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Jamás olvidaré cuando te presentaste con un cajón en la mano, y nos dijiste orgullosamente: voy a trabajar de limpiabotas. Siempre te ganaste la vida con los trabajos más difíciles y humildes.

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Fuiste hombre bondadoso, servicial, sencillo,  alegre; siempre de buen humor, prestó a ayudar al prójimo.

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Cuando supiste sobre el mal que padecías, lo enfrentaste con mucha valentía, con gran serenidad socrática.

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Te quedas para siempre en nuestros corazones, en nuestros pensamientos.

Descansa, hermano Edgar.

Cumpliste honrada y cabalmente  con los preceptos que impone la vida.

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Paz a tu alma.